domingo, 23 de julio de 2017

A diez años del Plan Ceibal: ¿cambio de forma o cambio de fondo?
Nadie duda que los niños y adolescentes viven en contextos permeados por las tecnologías digitales y que necesitamos que los sistemas educativos diseñan políticas concurrentes con esa realidad. Esto condujo al gobierno nacional uruguayo a poner en práctica a comienzos del año 2007 el Plan Ceibal.
En la etapa temprana del plan, y como toda innovación educativa, originó en los docentes diferentes matices de opiniones. Por un lado hubo quienes adhirieron totalmente por considerar que se trataba de una propuesta ajustada a las características de los estudiantes del siglo XXI, mientras que en el otro extremo se colocaron aquellos docentes más escépticos que vaticinaban el fracaso de la iniciativa por carecer de un plan de acompañamiento que lo sus-tentara desde lo pedagógico.
Aún luego de haber transitado algunos años por el plan, el desconcierto tecnológico continuaba: a veces en un mismo centro educativo algunos docentes prohibían el uso del celular en el aula mientras otros lo utilizaban y recomendaban como potente recurso didáctico; del igual modo, algunos desestimaban el trabajo con las laptops, y al mismo tiempo otros colegas se presentaban a muestras o ferias donde se compartían experiencias educativas innovadoras mediadas por las tecnologías.
Durante esta década se originó una interpelación de las instituciones, a los diseños curriculares y a las concepciones pedagógicas y cognitivas vigentes, provocando el desafío de romper con una didáctica lineal y verticalista presente en muchas de las aulas, hasta ese momento.
La calidad de la educación mediada por las tecnologías, además del acceso a artefactos y servicios, necesita, sobre todo, ideas, compromiso y la voluntad de todos los docentes, independientemente de la función específica que cada uno desempeñe en el sistema.
Las actuales orientaciones de políticas educativas la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) definen las tecnologías como “políticas tecnológico-educativas transversales” con énfasis en la dimensión pedagógico didáctico. (ANEP, 2015:279); y, consecuente-mente, el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) aconseja “promover prácticas de enseñanza mediadas por las tecnologías como un aporte a la distribución igualitaria de conoci-mientos”, al tiempo que recomienda que en los proyectos colectivos se haga énfasis en cuatro transversales que hacen a la formación de sujetos críticos, y una esas cuatro transversales es el “uso de tecnologías digitales”. (ANEP-CEIP, 2015:59).
En tal sentido podría afirmarse que el magisterio uruguayo tiene claro que las tecnologías no constituyen simples recursos que deben integrarse a las instituciones educativas por un imperativo externo; por el contrario, entiende que configuran una ventana de oportunidades para lograr mejores aprendizajes. 

A diez años del Plan Ceibal el debate transita por otros caminos, donde lo interesante, desde lo institucional, consiste en mantener un entramado entre la cultura escolar tradicional y la cultura escolar digital, dado que la clave está, más que alejarse una de la otra, en integrarse para habilitar ambientes de aprendizaje acorde a las demandas del siglo XXI. Por lo tanto no ha sido un cambio superficial, sino que se ha generado conciencia docente respecto a que el mundo de los pizarrones, cuadernos y libros en soporte papel, requiere ampliarse con espacios de alta disposición tecnológica, concurrente con los ambientes donde transcurre la vida cotidiana de los niños y adolescentes. 

  La estructura de este texto busca evitar reduccionismos. Según el tipo de trayectoria que se siga con la lectura puede transit...